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La economía circular es un enfoque de producción y consumo que promueve compartir, alquilar, reutilizar, reparar, renovar y reciclar materiales y productos para maximizar su vida útil y crear valor añadido. Se centra en reducir al mínimo los residuos y mantener los materiales en circulación dentro de la economía. Esto contrasta con el modelo lineal tradicional de «usar y tirar», que consume grandes cantidades de recursos y energía.

La trazabilidad implica seguir todos los procesos, desde la obtención de materias primas hasta la producción, consumo y eliminación, con el fin de identificar la procedencia y responsabilidad de cada etapa. Su importancia ha crecido debido a la preocupación por la calidad de los productos y la seguridad. Se aplica en diversos sectores como automotriz, electrónico, alimenticio y farmacéutico.

La sostenibilidad se rige bajo el principio de asegurar las necesidades del presente sin comprometer las necesidades de las generaciones futuras, siempre sin renunciar a la protección del medioambiente, el crecimiento económico y el desarrollo social. La emergencia climática nos obliga como consumidores a replantear los hábitos de vida y urge a empresas e instituciones a cambiar su propósito hacía una economía no lineal e inclusiva que tenga en cuenta lo social y lo ambiental.

ESG, o ASG, se refiere a los criterios utilizados para evaluar el desempeño e impacto de una empresa en los aspectos ambientales, sociales y de gobernanza. Estos criterios son fundamentales para los inversores y reguladores.

• «E/A» de ambiente se centra en la gestión de recursos naturales, el cambio climático y la relación con el medio ambiente.
• «S» de social se enfoca en los derechos humanos, las normas laborales, la diversidad, la igualdad, la inclusión y las relaciones con la sociedad y las comunidades locales.
• «G» de gobernanza se relaciona con la estructura y el buen gobierno de la empresa, la ética empresarial, la lucha contra la corrupción, la transparencia y la toma de decisiones.

Las empresas de triple impacto son aquellas que buscan generar no solo beneficios económicos sino también crear valor social y ambiental para la comunidad donde operan. Transformar una empresa con base a la sustentabilidad requiere de un proceso y herramientas para ganar mayor velocidad.

El adjetivo ecológico se asocia a productos naturales, que se caracterizan por guardar un profundo respeto por la naturaleza y su sostenibilidad. Los productos ecológicos, tanto de origen animal como vegetal, no han recibido ningún tratamiento químico ni tampoco modificación genética. Es decir, se respetan al 100%, los ciclos naturales de producción, promoviendo así su propia renovación y el bienestar animal.

La circularidad es una nueva forma de concepción que pretende dar respuesta a nuestras necesidades, es decir, está pensada para facilitar nuestra vida, haciendo un uso más eficiente de la energía y de los bienes de consumo cuidando del medio ambiente.

La gestión del agua, también conocida como gestión de recursos hídricos, abarca la planificación, desarrollo, distribución y supervisión del uso óptimo de los recursos hídricos. Es un componente esencial de la gestión del ciclo del agua. Aunque a veces se le denomina «gestión sostenible de recursos hídricos», esta expresión es redundante, ya que toda gestión óptima necesariamente implica sostenibilidad.

Este enfoque abarca procesos, estrategias y medidas destinadas a garantizar un uso eficiente del agua sin comprometer su calidad.

La evaluación del ciclo de vida (LCA) es un análisis sistemático de los impactos ambientales de productos o servicios en todas sus etapas. Durante esta evaluación, se consideran las fases de producción, distribución, uso y fin de vida útil, así como los procesos asociados, como los de proveedores y gestión de residuos. La evaluación del impacto del ciclo de vida (LCIA) abarca todas las entradas y emisiones relevantes al medioambiente. Las normas ISO 14040 y 14044 establecen directrices para llevar a cabo estas evaluaciones.